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El Vigilante

Aquí no hay quien viva

<u><center><b>Aquí no hay quien viva</b></center></u>
El mundo de los medios de comunicación en pié de guerra desde hace tiempo y cuya penúltima batalla ha sido la protagonizada por Luis Del Olmo y el Cojo Manteca II (alias Jiménez Losantos) cuando éste último acusó al primero de ser periodista de cámara de Zapatero porque, al parecer, no le había gustado la entrevista que Del Olmo le había hecho al Presidente del Gobierno. Por lo visto, El Cojo Manteca no sólo quiere dirigir su programa sino hacerlo con los demás o que los que dirigen otros, lo hagan tal y como Fedeguico quiere.
De todos modos, esta guerra cruenta se ha instalado a todos los niveles de la sociedad y ya es imposible dar una opinión sobre lo que sea, por muy nimia que sea la cuestión, sin que o bien te acusen de fascista o de rojo irredento. Si escribo un artículo criticando la criminal guerra de Irak, es que sufro de un antiamericanismo primario, si digo algo sobre los curas pederastas, soy un anticatólico, si opino que el PSOE es una empresa más dentro del holding PRISA, es que soy un fascista redomado, si expreso mi opinión sobre las manipulaciones que los nacionalistas hacen de la historia, está clarísimo que soy un españolista apestoso, y como ser catalanista, vasquista, galleguista y otros "istas" más, es progre, yo, como no tengo la inmensa fortuna de ser de esas comunidades, pues soy un fascista. ¡Está clarísimo!.
Vas a un foro y te ocurre lo mismo. Ya no hay forma de poder debatir de manera inteligente y civilizada ninguna cuestión, sólo existen las etiquetas y te las colocan, no ya tanto por tus opiniones, sino por lo que supuestamente deberías haber dicho en contra del otro. Si dices algo contra el PP, por muy justo que sea, eres un resentido. Si haces lo mismo con el PSOE, te conviertes en un franquista irredento. Si criticas a los dos, es que no te enteras, y si no criticas a ninguno, es que no tienes agallas para mojarte.
¡Cuanto echo de menos aquellos tiempos de La Clave donde se discrepaba abiertamente!. Sin etiquetas, escuchando al adversario, procurando entender sus razones. Ahora nadie escucha y si lo hace es para ver si te encuentran algún resquicio donde colocarte la etiqueta que ya tienen previamente preparada.
Esto ya cansa, pero parece que poco arreglo tiene. Los tertulianos de la radio y la televisión no son adversarios sino enemigos, en guerra de trincheras, con el cuchillo en los dientes y sin prisioneros. Se han convertido en ultras de un partido político o de otro, y el sentido crítico ya no existe: todo lo que hacen o dicen los nuestros es bueno y benéfico y lo de los contrarios, malo y perverso. No hay matices, todo es blanco o negro. O rojo y azul, que tanto da.
Y no digamos nada si a alguien se le ocurre criticar alguna cosa de los "suyos". ¡Hasta ahí podíamos llegar!. Lo mínimo que te dicen es que eres un vendido, o un traidor. Por lo visto todo el pensamiento tiene que ser monolítico y no debe haber ninguna fisura. Si desde la izquierda alguien pide una mínima explicación por el desastre de El Carmelo, obviamente es que se ha vendido al PP o Alfonso Ussía le ha escrito el artículo previo soborno. Si por el contrario, alguien desde la derecha critica la invasión de Irak o el embargo a Cuba, no hay ninguna duda que le ha pagado Polanco. Si algún católico cree que sería más humano el no oponerse al uso del preservativo, aunque sólo sea para salvar vidas, automáticamente pasa a ser un renegado al que el ateísmo del gobierno le ha pagado una beca. Y así, hasta el infinito.
Y ese clima se reproduce en todos los ámbitos de la vida. Así se construye un clima irrespirable para todos, y todos somos culpables de que esto ocurra.
Si queremos que esto no vaya a mayores, si de verdad no queremos que esta espiral termine en algo peor de lo que después tengamos que arrepentirnos, es necesaria una reflexión colectiva e individual, suavizar un poco nuestras opiniones y hacer que la tolerancia sea algo más que pura palabrería pues de otra manera, mal nos irá a todos. Sin excepción.

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