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El Vigilante

Aniversarios olvidados

<u><center><strong>Aniversarios olvidados</u></strong></center>
Es frecuente que se celebren aniversarios de cualquier cosa, ya sea algo realmente importante como nacimiento o muerte de personas célebres o también de cualquier tontería como que fulanito marcó un gol fuera.
Sin duda, tenemos que reconocer el gran papel que desempeñan los medios de comunicación en el recuerdo de estos aniversarios que suelen ser, normalmente, de números más o menos redondos, así se celebra el 5, 10, 15, 20, 25, 50, 75 y algunos más. Lo que no está tan claro es el criterio que siguen esos medios para destacar algunos y olvidar otros.
Lo digo porque el día 16 se conmemoraba el 15 aniversario del asesinato del jesuita español Ignacio Ellacuría y sus compañeros Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, así como a una trabajadora y su hija (Elba y Celina Ramos), y no se ha oído ni visto casi nada sobre este aniversario.
En efecto en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, el batallón Atlacatl del ejército salvadoreño entró en la UCA (Universidad Centro Americana) con la orden expresa de asesinar a los jesuítas y a cualquier testigo presencial.
Ignacio Ellacuría era un buen hombre y sus reflexiones teológicas, políticas y filosóficas, así como su testimonio han dado mucho que pensar tanto a cristianos como a no cristianos.
En el lugar que escogió para vivir, El Salvador, se encontró con un país en ebullición, con asesinatos de gente indefensa organizados por los paramilitares, con movimientos sindicales que protestaban porque la reforma agraria no acababa de llegar, con una pobreza creciente y con la miseria y la injusticia como norma.
El pueblo salvadoreño, como casi todos los hispanoamericanos, era un pueblo muy creyente y muchos se preguntaban "¿quiere Dios que suframos tanto?". A veces no era una pregunta lo que se oía, sino una triste afirmación: "Dios lo quiere así, hay que resignarse".
Por otro lado los que detentaban el poder utilizaban el mismo argumento para justificar el orden establecido con afirmaciones tales como "es la voluntad de Dios que las cosas sean así".
Y Ellacuría vino a decir: "Dios no quiere esto; Dios vomita esta injusticia; Dios escucha el clamor de este pueblo, como antaño escuchó el clamor del pueblo de Israel, cautivo en Egipto".
Y eso le costó la vida. Como antes se le había costado a monseñor Arnulfo Romero, asesinado mientras oficiaba misa.
Desde el agnosticismo, no tengo más remedio que hacer un homenaje sentido a ese hombre que dio su vida por la justicia al modo que él la entendía, con sus creencias.
Siempre recuerdo la frase de Helder Cámara, el cardenal brasileño, que decía:
"Cuando doy pan al pobre, dicen que soy un santo; cuando me pregunto por qué el pobre no tiene pan, dicen que soy un comunista".

Cosas veredes...

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